Theodore Robert Bundy.
Theodore Robert Bundy, más
conocido como el Depredador de Seattle era un psicópata sexual.
Los problemas psicológicos
de Bundy nacen ya en su infancia, dónde tuvo que aceptar que su madre era su
hermana mayor a la luz de la sociedad, porqué esta le había tenido demasiado
joven y sin casarse y el abuelo de Bundy nunca quiso que se supiera la verdad.
Un hecho le marcó ya su personalidad.
Cuando llegó a la
adolescencia, debido a los problemas económicos familiares –nunca pudieron
conseguir el tan ansiado bienestar- Ted se dedicó a robar. Al principio fueron
pequeños robos, pero que le acabarían llevando a que desarrollara una
enfermedad: la cleptomanía. Sentía la necesidad de robar porqué robar le
proporcionaba una adrenalina que le ayudaba a tapar su ansiedad. La
cleptomanía es un trastorno del control de impulsos que tiene como consecuencia
el robo compulsivo. La persona que padece este trastorno, denominado como
cleptómano, roba para satisfacer su trastorno mental.
En ese momento, el Depredador
de Seattle desarrolló otro trastorno psicológico. Pasó de ser cleptómano a voyer.
El voyerismo es una conducta que se basa en la contemplación de
personas desnudas o personas que estén realizando actividades sexuales. El
objetivo del voyer –se llama así la persona que padece este trastorno-
es conseguir la excitación sexual. Bundy empezó a desarrollar esta conducta
cuando vio a su vecina de enfrente desnuda en su piso.
Durante sus años
universitarios, Ted fue una estudiante ejemplar, con una mirada segura, el
rostro risueño, atractivo, mandíbula marcada… que encandilaba a todas las
mujeres. Un rasgo muy común de los psicópatas. Fue en ese período, cuando la
psicología de Bundy cambiaria al ser rechazado por una bella mujer. Ted conoció
a una joven con la que empezaría una relación, pero el gran poder y lujo que
quería esa muchacha y que Ted no le pudo dar marcó para siempre su psicología.
El abandono de esta le produjo tal golpe mental que Ted nunca se recompuso. A
partir de ese momento, albergó una rabia y resentimiento en su interior que
estuvo presente en todos los momentos de su vida. Era una obsesión constante y
enferma. No paro de lograr éxitos hasta que años después la bella Stephanie se
volvió a fijar en él y juntos empezaron una nueva vida. En su luna de miel,
Bundy mostró asco y desprecio hacia la mujer que siempre había sido su
obsesión. Días más tarde, empezó con sus asesinatos.
Ted Bundy se convirtió así
en un psicópata sexual. Todas sus víctimas fueron mujeres y el rasgo más
característico es que todas se parecían a Stephanie. A parte de ser un
psicópata sexual, Bundy también era un sádico criminal que se ensañaba con el
cuerpo de sus víctimas, motivo por el que sería denominado “Depredador de
Seattle”.
Marcado en su infancia, una
adolescencia con trastornos (cleptomanía y voyerismo), en su madurez Ted
Bundy se convirtió en un psicópata sexual y sádico. Unos rasgos psicológicos
que marcaron des de bien pronto su personalidad
VICTIMAS.
Para
cometer sus crímenes, Bundy apelaba a la bondad de sus víctimas. Paseaba por
los campus universitarios con muletas o con el brazo en cabestrillo, y dejaba
que sus libros se cayeran al suelo a la vista de alguna chica. Ellas no podían
negarle ayuda a un sujeto que inspiraba confianza y ternura, y le acompañaban
hasta su coche. Entonces Bundy las golpeaba con una palanca e iniciaba la
pesadilla.
Más
de una treintena de brutales crímenes- Las autoridades policiales jamás
pudieron determinar el número exacto de mujeres que sucumbieron a las
atrocidades de Bundy en los 70. Ese secreto se lo llevó a la tumba, aunque
confesó cerca de treinta asesinatos, siempre de mujeres con larga melena
peinada con raya al medio. Ese era el ‘look’ de Stephanie Brooks, el primer
amor de un Bundy con el que que rompería tras un año de relación.
Los
expedientes de aquellos casos evidenciaban escabrosas violaciones,
descuartizamientos y prácticas necrófilas. Cuando todavía vivía en Washington,
Bundy se deshacía de los cadáveres en los frondosos bosques a las afueras de
Seattle. Sin embargo, regresaba a la escena del crimen con frecuencia
enfermiza. Pudo comprobarse que en ocasiones se llevaba a casa cabezas
decapitadas para aplicarles maquillaje.
Asesinatos
en Washington.
Durante
la primavera y verano de 1974 desaparecieron
varias universitarias y madres jóvenes. Se calcula que fueron ocho víctimas a
las que atacó de noche, hasta que comenzó a hacerlo de día. La policía había
iniciado una investigación y contaba con descripciones acerca de un hombre que
solicitaba ayuda a chicas que jamás volvían a ser vistas. El individuo tenía la
particularidad de ir cargado con libros y llevar un brazo enyesado o
en cabestrillo. También hubo testigos que observaron a un hombre que solía
tener "problemas" para arrancar su Volkswagen el cual había sido visto
rondando el sitio donde desaparecieron dos de las jóvenes asesinadas.
El 9 de febrero de 1974,
Carol Valenzuela, de 20 años, desapareció de Vancouver (Canadá). Su cadáver no fue descubierto
hasta el mes de octubre junto a
otro cuerpo sin identificar.
El 11 de febrero de 1974,
desapareció Nancy Wilcox, de 16 años. Su cuerpo nunca fue hallado.
El 12 de marzo de 1974 Donna
Mason, de 19 años, fue vista por última vez mientras iba a un concierto de jazz del
campus.
El 17 de abril, Susan Rancourt de 18 años,
caminaba por los jardines del Central Washington State College cuando
desapareció.
Un
mes más tarde desapareció Roberta Parks, de 20 años, quien había quedado con
unas amigas para tomar café, nunca llegó. Parks se encontró con un hombre
aparentemente lesionado que le pidió ayuda para subir unas cosas a su auto.
Jamás fue vista de nuevo.
El 1 de junio de 1974,
Brenda Ball, de 22 años, salió de la Taberna Flame en Burien (Washington)
después de comentar a sus amigos que iba a buscar a alguien que la llevara a
Sun City (California). La última vez que la vieron
estaba hablando con un hombre con el brazo en un cabestrillo. Diecinueve días
más tarde se descubrió que Brenda nunca llegó a su destino.
El 11 de junio de 1974 Georgann
Hawkins, de 18 años, perteneciente a la fraternidad Kappa Alpha Theta de Seattle, desapareció después de despedirse
de su novio e ir a buscar unos libros para un examen de castellano. Su
compañera de habitación y la encargada del dormitorio reportaron su
desaparición a la mañana siguiente.
El 14 de julio, la universitaria Janice Ott
dejó una nota a su compañera de habitación avisándole que se iba en bicicleta
al parque Lake Sammamish. Allí se le vio conversar con un hombre que tenía el
brazo enyesado y le pedía ayuda para cargar libros en su auto. Días después
volvió al mismo parque y secuestró a Denise Naslund, la cual pasaba el día con
su novio y amigos. Los restos de Janice y Denise fueron encontrados en agosto
de 1974 en el mismo lago Sammamish.
Bundy
despistaba a la policía porque sabía como alterar su aspecto físico. Se
cambiaba el peinado, se dejaba crecer barba y bigote o se los afeitaba. También
cambió de residencia y se mudó a Midvale (Utah),
donde el 30 de agosto de 1974 se
matriculó como estudiante en la Facultad de Leyes en la Universidad de Utah.
El 18 de octubre de 1974 asesinó
a Melissa Smith, la hija del sheriff local. La
secuestró mientras ella iba a pasar la noche en casa de una amiga. Su cadáver
fue encontrado nueve días después en Summit Park.
El 30 de octubre desapareció Laura Aimee,
de 17 años, cuando volvía de una fiesta de Halloween. Su cadáver fue encontrado en los montes Wasatch mostrando signos de
haber sido golpeada en la cabeza con una cuña de metal y violada.
Asesinatos
en Colorado.
El 12 de enero de 1975,
Caryn Campbell, de 23 años, acompañó a su prometido, el doctor Raymond
Gadowski, a un seminario en Aspen (Colorado). Mientras descansaban en el salón
del hotel ella regresó a la habitación para buscar una revista. El doctor
Gadowski y sus hijos decidieron ir a buscarla al ver que no regresaba, pero no
la encontraron. A media mañana se dio parte a la policía de su desaparición.
Un
mes después un trabajador encontró el cadáver de Caryn en un banco de nieve a
varios kilómetros del hotel. Había sido violada y brutalmente golpeada. No se
encontró evidencia alguna del atacante.
El 1 de marzo de 1975 fue
descubierto un cráneo en una zona boscosa de las montañas Taylor. Pertenecía a
Brenda Ball. La policía realizó una amplia búsqueda por los alrededores y tres
días después encontraron partes de los cuerpos de Lynda Healy, Susan Rancourt y
Roberta Parks. Posteriormente se hallaron otros restos que fueron identificados
como pertenecientes a Donna Mason.
El
descubrimiento de algunas de las víctimas no detuvo a Bundy.
El 15 de marzo de ese mismo año secuestró
a Julie Cunningham, de 26 años, cuando se dirigía a una taberna en Vail (Colorado). Su cuerpo no ha sido hallado.
El 6 de abril de 1975 tras
discutir con su marido, Denise Oliverson, de 25 años, decidió ir a visitar a
sus padres en Grand Junction (Colorado). Denise no
regresó aquella tarde, pero tampoco llegó a casa de sus padres. Desapareció y
su cuerpo aún no ha sido encontrado.
Nueve
días más tarde, Melanie Cooley, de 18 años, desapareció cuando regresaba del
instituto. Un trabajador de caminos descubrió su cadáver el 23 de abril. La chica había sido golpeada
con una barra, sus manos atadas a la espalda mientras una funda de almohada
estaba fuertemente anudada alrededor de su cuello.
El 1 de julio de 1975,
Shelley Robertson, de 24 años, decidió viajar por el país practicando autostop. Sus amigos no se preocuparon
demasiado cuando pasaron varios días sin verla. Hubo testigos que la vieron en
una gasolinera hablando con un hombre que conducía un viejo camión. El 21 de agosto su cadáver fue
descubierto por dos estudiantes en el pozo de una mina cercana a Georgetown
(Colorado).
Últimos
asesinatos
La
policía encontró el cadáver de Lisa Levy, la cual había sido golpeada en la
cabeza, y brutalmente violada. También estaba el cadáver de Margaret Bowman,
estrangulada mientras dormía con un golpe en la cabeza que le destrozo el
cráneo. El resto de las chicas no pudieron aportar más pistas salvo el
testimonio de Nita Neary.
No
lejos de allí, Bundy atacó a Cheryl Thomas que sobrevivió a una paliza brutal.
Su cráneo fue fracturado en cinco lugares, la mandíbula rota, y un hombro
dislocado. La joven sufrió pérdida permanente de la audición con problemas de
equilibrio. En la escena del crimen se encontraron evidencias corporales, como
cabello y sangre del autor.
El 9 de febrero de 1978 secuestró
a Kimberly Leach, de 12 años, en Lake City. Su amiga Priscila narró a la
policía que la había visto subirse a una camioneta blanca con un hombre del que
no pudo aportar más datos. Ocho semanas después se encontró en Florida el cuerpo de Kimberly.